Avanzamos, rompemos el tiempo
¿Cuántos Luján de Cuyo conocés?
El de tu abuelo y tu abuela era distinto al tuyo. Pisaron caminos que ya no son los mismos, cruzaron calles que cambiaron, compraron en negocios que ya no existen, viajaron en micros de otros colores, trabajaron viñas que hoy son barrios.
Vieron salir y caer este mismo sol sobre un Luján de Cuyo que creció. A veces de manera lenta, otras, a paso acelerado.
¿Qué Luján de Cuyo estás viviendo?
¿Qué Luján de Cuyo vas a vivir?
Hoy rompemos el tiempo: vamos de 1880 a 2025 en tan sólo unos minutos.
¿Empezamos?
1- Corriendo de Drummond a Vistalba
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2- Entrando a Luján por la Estación del Tren
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3- Caminamos hacia la ribera del Río Mendoza
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Corriendo de Drummond a Vistalba
De la montaña nace el agua que da la vida, y con ella vamos a empezar a viajar. Bajamos de las cumbres hasta el río, llegamos al Dique Cipolletti, pasamos por esa obra hídrica realizada en 1880, todo marcha perfecto. Nos unimos al canal Cacique Guaymallén, corremos por debajo de puentes, marcamos límites con nuestro cauce y llegamos a uno: el de Drummond con Chacras de Coria. Nos quedamos ahí. Ya no somos agua, somos niños, niñas, estamos en una plaza. Hay juegos, son nuevos, los usamos todos: son nuestros.
Pasa alguien corriendo, nos unimos a él. Va por una ciclovía, hay espacio para entrenar, para disfrutar. Corremos al revés de como baja el agua, vamos por la calle Chile, se escucha el canal, la respiración, algún auto que pasa. Miramos al oeste, el Cordón del Plata nos devuelve la mirada. La ciclovía sigue y doblamos hacia Vistalba, mirando a la montaña de frente, cruzamos viñas sobreviviendo al invierno, más personas caminando, en bici, corriendo, la gente toma la calle. Nuestro andar continúa, llegamos a la Plaza Vista al Alba, ahí paramos. Descansamos. Miramos. Ya casi cae la noche…
Entrando a Luján por la Estación del Tren
Dejemos el agua, exploremos el tren. Luján de Cuyo supo ser ferroviario y eso vamos a conocer. Entremos juntos, desde la Ruta 40 por Azcuénaga, la calle se eleva, hay una subida. Es un puente. ¿Qué acabamos de subir y bajar? ¿Qué cruza por debajo del puente de la calle Azcuénaga?
Son vías. Estamos en la que era la estación más importante de Luján de Cuyo, la central de nuestro departamento. La historia cuenta que Luján de Cuyo creció alrededor del ferrocarril. La línea funcionaba para pasajeros y para carga, eso, transformaba a la Estación Ferri en un punto de alto movimiento. El tiempo hizo su tarea, acarreó cambios y llevó a que con el fin del ferrocarril esa estación quedara casi en el abandono. Pero ahora estamos en la estación y se mueve. Está activa. El tren ya no pasa, pero igual hay gente, grandes, chicos, se escuchan risas. Entre esa alegría se mezcla la de lujaninos y lujaninas que ya no están y que miran sonriendo porque la estación está cumpliendo de nuevo su función: ser un punto social y comercial de nuestro departamento.
¿Podemos ser niños, niñas, otra vez?
Es porque hay otra plaza y tiene un camión. Dejemos a nuestra infancia subirse, mirar desde arriba a mamá, a papá, decirles: “miren la plaza estaba vieja pero ahora es nueva y me hace feliz.”
Caminemos, seamos adultos. Crucemos por debajo el puente de la Calle Azcuénaga, vayamos al barrio más antiguo de Luján de Cuyo, atravesemos la estación lleguemos al Barrio Chino como lo llaman. Si lo miramos se ve lo viejo, se ve lo sabio ¿Cuántas historias tendrán estas calles? Queremos ser parte, así que nos sentamos en su plaza. Somos grandes, más que adultos, somos abuelos, abuelas. Los chicos están jugando con una pelota, nos vamos en ese juego, disfrutamos con ellos de la Plaza Las Rosas. Y así ya somos dos: el barrio y nosotros, viejos, mirando lo nuevo.
Caminamos hacia la ribera del Río Mendoza
Sigamos transitando la zona. Vayamos a los miradores de la calle 9 de julio, la continuación de la calle Lamadrid, antes llamada La Costa.
Esta calle mítica, icónica, tiene este nombre porque es la costa del río Mendoza. Cruzamos por la Champagnera, ahí estamos ahora, casi al borde del río, camino al sur, a Perdriel. Acá ya existía un Luján de Cuyo originario, un pueblo antiguo, aquel que mezcló a los inmigrantes con los habitantes primeros de este suelo.
Caminemos. En las piernas ya se siente el cansancio, son kilómetros recorridos de ciclovías, parques, juegos, todo en nuestro Luján.
Aguantemos resistamos, falta poco, sigamos andando, vemos vías de tren. Pero es el agua la que vuelve a marcar el límite, el Río Mendoza indica que cruzamos de Ciudad de Luján de Cuyo al sur. El Puente de Hierro, construido en 1886, contemporáneo del Dique Cipolletti, conoce la historia de Luján de Cuyo mejor que nadie. Ahora estamos parados en el medio de él. Nos invita a viajar y aceptamos. Estamos justo en el centro.
No hay autos, el puente es nuestro y miramos a sus costados, el río pasa fuerte, lleno, hay un parque, es el Parque Costero el puente nos lleva a viajar. Es de tarde, pero en sólo un minuto empieza a atardecer, es de noche rápido y de día otra vez, amanece en las montañas, el sol se refleja en la nieve, ya no pasa agua sobre el Río Mendoza, el Parque Costero ya no existe, ahora es un lugar desolado, sufre el abandono, el tiempo está parado en esa tristeza que muchos pudimos ver.
Permanecemos en el puente de hierro, en el medio y de nuevo empieza a atardecer, la noche se cierra y llega el amanecer, miramos desde el puente a la ribera del río, ahora hay un parque verde, con árboles, juegos, una pista de skate, hay dónde sentarse, dónde comer, está iluminado ¡Vamos! Salgamos del puente, vayamos hacia allá.
Bajamos, estamos en el Parque de la Ribera y somos de nuevo nosotros, nosotras, contemporáneos, que habitamos Luján. Pero también somos nuestros abuelos, abuelas, mirando como creció su pueblo. somos niños, niñas jugando un juego eterno, somos viajeros, viajeras de un mismo Luján de Cuyo que mira un futuro posible, tangible, para el que no cesamos de trabajar…
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